Mis queridos muebles. Cómo conservarlos y mantenerlos

En madera, tela o piel, todos los muebles de nuestro hogar requieren unos cuidados y mantenimiento especial que nos ayudarán a alargar su vida en óptimas condiciones.

30/09/2011 08:46

Algunos sencillos gestos y una atención especial a nuestros muebles sean suficientes para mantenerlos como el primer día.

 

Son realmente hermosos, pero nos preocupa pensar que puedan estropearse. Como la madera es un elemento natural, es susceptible de sufrir movimientos, aún cuando sea de calidad. Es frecuente que los muebles sufran grietas por los cambios de humedad o estacionalidad. Para mantenerlos a punto son necesarios algunos cuidados, teniendo en cuenta el tipo de madera y su tratamiento. 

 
 
Madera lacada: Estos muebles llevan varias capas de una laca con resistencia mayor que el barniz y, para su mantenimiento, es aconsejable limpiarlos con una gamuza empapada en leche sin hervir. Cuando estén bien secos, hay que pasarles otra gamuza. Si sufren algún desperfecto, conviene repararlos eliminado en primer lugar la laca del mueble, con un paño con alcohol o gasolina. Una vez eliminada, hay que pasar por la zona una lija fina- aplicando después un producto impregnador incoloro para terminar, de nuevo, con la laca. Para arreglar ralladuras, lo más recomendable es utilizar ceras y tintes específicos.
 
Madera encerada: Lo mejor es repasarlos con un paño mojado en leche caliente. Si aún así sufren marcas de agua producidas por un vaso, se eliminarán restregando con un tapón de corcho limpio. Si, por el contrario, son manchas antiguas, frotaremos con cenizas de cigarrillo previamente humedecidas, y repasaremos con un paño seco. Para las manchas de vino, fruta o café, grasa o aceite, lo mejor es la esencia de trementina o su versión sintética, el aguarrás. Después, se nutre el mueble con cera de abeja.
 
Madera barnizada: El principal problema de estos muebles suele ser que, por efecto del sol o la humedad. Pierden brillo, en este caso aplicaremos una mezcla de alcohol, aceite de linaza y limón a partes iguales.
 
Madera sin tratar: Merece una especial atención, por lo fácil que se manchan y estropean, ya que tiene los poros abiertos y se impregna de polvo o cualquier líquido que se derrame. Para su perfecto lavado y mantenimiento es importante que, en primer lugar, se elimine el polvo de la superficie con una aspiradora, para luego lavarlo con un trapo humedecido y secarlo. Podemos aclarar el color de la madera, frotando la superficie con un paño empapado en agua con lejía y oscurecerlo, con tintes, químicos o naturales. Ante cualquier marcha hay que reaccionar rápidamente. Si cae alcohol, hay que lavar con un cepillo y agua jabonosa. Si son manchas de grasa, hay que espolvorear polvos de talco. Y si se trata de manchas de cera, hay que rascar con un cuchillo y pulir la zona con papel de lija fino. Estas manchas también se pueden recubrir de sal fina y frotarlas después con un corcho limpio, ligeramente humedecido con agua limpia para eliminar la sal.
 
 
Muebles tapizados: Evitaremos que la tapicería reciba el sol directo. Sea cual sea el material tapizado, es imprescindible aspirar semanalmente el polvo. También disponemos de un líquido limpiador de tapicerías y muebles tapizados. Cada textil requiere una forma diferente de limpieza. Las manchas en una tela no lavable en agua, estampada o teñida, se limpian con un paño seco blanco, sin extender. Basta colocarlo sobre la mancha y que se absorba. Si utilizamos un paño mojado, el colorante puede traspasar la tela. Es recomendable limpiar la mancha por partes, siguiendo las áreas del mismo color, para evitar así el posible teñido. Para mantener las tapicerías en buen estado aplicaremos repelentes, que rechazan los líquidos y ayudan a fijar el color.
 
Muebles de cuero: Deben estar colocarlos al menos a 50 centímetros de una fuente de calor, hay que evitar su mantener vivo su color, hay que evitar su mantener vivo su color, hay que evitar su exposición directa a la luz de sol o de lámparas potentes. Quitaremos el polvo periódicamente con un paño blanco limpio, seco y no abrasivo. Y podemos ofrecerle un kit de mantenimiento para el cuidado de la piel.
 
Muebles de uso diario: Se recomienda limpiarlos con una solución de detergentes sobre un trapo húmedo. Cada cierto tiempo podemos usar un abrillantador en aerosol.
 
 
Muebles de teca: Estos muebles sólo necesitan que se les quite el polvo con aceite o crema de teca, aplicada con generosidad, una o dos veces al año.
 
Madera pintada: Se pueden limpiar con una solución de jabón líquido (a menos que el mueble sea antiguo o frágil), enjuagar con agua limpia y secar. Con líquido de lavar puro podemos eliminar marcas.
 
Muebles de valor: Deben mantenerse lejos del calor directo y la luz del sol y quitarles el polvo con frecuencia. Las marcas pegajosas se eliminar con agua y vinagre cera de abejas una o dos veces al año.
 
Madera lacada: Lo mejor es sacar brillo con un paño en dirección de la veta y podemos usar cera cada cierto tiempo. El alcohol fino es la solución para eliminar las marcas pegajosas y las huellas digitales. Si la laca se daña, habrá que llamar a un profesional.
 
 
Muebles de mármol: Para su cuidado hay que quitar el polvo con un trapo o un cepillo suave. Cada cierto tiempo, procederemos a limpiar con agua jabonosa y enjuagaremos antes de abrillantar la superficie. Sobre el mármol blanco no usaremos abrillantadores.
 
Muebles de mimbre: El truco es usar el ciclo inverso de una aspiradora para soplar el polvo y pasar cada cierto tiempo un cepillo metálico, humedecido un una solución de jabón líquido.
 
Muebles de caña: Para obtener una limpieza profunda se usa una solución de jabón en escamas y se enjuaga con agua salada, de tal manera que la caña se mantenga rígida.
 
Muebles de aluminio y resina: Se debe tener en cuenta que son dos materiales recomendados para exterior por su gran resistencia a las inclemencias del tiempo. La limpieza y mantenimiento del aluminio requieren el uso de una sencilla mezcla de agua y jabón neutro. Para la resina, se aplica una disolución con un poco de bórax –sal blanca- y un litro de agua sobre la superficie.
 
 
Cómo restaurar un mueble
 
La cómoda de la abuela –que antes perteneció a la bisabuela-, ese armario de caoba que tantas veces vimos de niños, o las sillas del comedor, tan elegantes. Cualquier mueble antiguo o simplemente viejo es susceptible de ser restaurado. Con los consejos que te ofrecemos, podrás dar a estas piezas una segunda oportunidad.
 
Hace ya algún tiempo que regresó a nosotros el amor por los objetos del pasado. Aunque hubo un momento en que fueron relegados al olvido, aparatados por cosas de nueva factura, hoy se vuelve a apreciar el valor de las buenas piezas de siempre. Por eso, la restauración ha cobrado una gran relevancia en nuestros días. ¿Quién no tiene una pieza heredada deteriorada por el paso del tiempo? A continuación te ofrecemos algunas pautas para que puedas restaurarla tú mismo. Una vez terminado el trabajo, ese objeto viejo y destartalado se habrá convertido en un mueble muy decorativo, antiguo, bello y en buen estado. Sin embargo, antes de empezar, debemos tener claro que si la restauración es compleja o la pieza muy valiosa, lo mejor será confiar el trabajo a un profesional. Acometer la tarea sin la formación adecuada o la experiencia necesaria, sólo servirá para que estropeemos el mueble. Pero, ¿cuándo merece la pena restaurar un objeto? En un principio se podría pensar que sólo se debe hacer si el coste del trabajo no supera el valor del mueble, pero no es siempre así. Hay veces que, aunque el estilo de la pieza no sea puro ni genuino, ni el material de alta calidad, ésta tiene un gran valor sentimental para su dueño y le merece la pena. Si tienes la suerte de poseer un mueble antiguo o viejo, de líneas rectas y formas sencillas, atrévete a restaurarlo.
 
Las fases de la restauración
 
A la hora de emprender la tarea, existen unos pasos básicos que debemos seguir.
 
1. Estudio preliminar de la pieza. Este primer paso es obligarlo, pues supone el acercamiento al mueble en cuestión. Debemos analizar cuidadosamente el objeto para conocer cómo es, su estilo, el tipo de madera, si está chapado o no, en qué condiciones se encuentre, si está muy deteriorado o poco, etcétera. Este estudio nos servirá para decidir cómo vamos a restaurarlo, y qué técnicas y materiales vamos a emplear. Un aspecto a tener en cuenta: existe una regla de oro en restauración que propugna que el profesional debe intervenir en su justa medida, sin excederse, y sin incluir piezas nuevas, a no ser que sea totalmente imprescindible.
 
2. El siguiente paso es la fase de limpieza, en la que se eliminará la suciedad que el paso del tiempo ha ido acumulado sobre nuestro mueble. Tendremos que retirar cualquier resto de barniz viejo, laca o pintura. Para hacerlo, se puede usar un producto decapante adecuado, que encontraremos en tiendas especializadas, y resulta fácil de usar. Se aplica sobre la madera, se deja actuar unos minutos, y se retira con la espátula, arrastrando así la suciedad. Un consejo: si la superficie a decapar es grande, lo mejor es trabajar por zonas, ya que es importante arrastrar el decapante antes de que se seque. Otra forma de retirar el barniz viejo de la madera es lijando concienzudamente la superficie hasta que no quede ningún resto.
 
3. la tercera fase es la de reparación o carpintería. Consiste el eliminar los desperfectos que pueda tener el mueble, para lo que tendremos que desarmarlo y arreglar las partes que estén deterioradas, reconstruyéndolas cuando fuese necesario.
 
4. Pasamos ahora a la fase de protección, que se desarrolla una vez bien limpia la pieza y antes de darle el acabado final. En esta etapa del proceso aplicamos a la madera un tratamiento adecuado contra los insectos xilófagos. Si tiene carcoma, inyectaremos en los agujeros que deja este insecto un producto adecuado con ayuda de una jeringuilla.
 
5. Y el último paso es la fase de acabado. Podemos igualar el tono de la madera u oscurecerla utilizando nogalina, un tinte extraído de la corteza del nogal que se aplica fácilmente y se seca en un par de horas. Después, tendremos que aplicar dos capas de tapaporos, lijando suavemente en el sentido de la veta entre ambas manos y también al final. Una vez transcurridos unos días, procederemos a dar el acabado al mueble. En este punto del proceso, emplear los productos de antaño como la goma laca o la cera de abejas sería lo más normal, ya que aportan un acabado bello, pero muy delicado. Actualmente, existen en le mercado productos más específicos que te ayudarán a conseguir un aspecto natural y, a la vez, más resistentes.
 
DIRECCIONES DE INTERÉS:
 
Talleres de restauración
 
- Antigüedades Bressol. Restauran muebles antiguos y populares. Muntaner, 538 Barcelona. Tel.: 93 418 03 15.
- Artesanos Leoneses. Antigüedades, muebles y obras de arte, Ctra. León Benavente, Km. 14. Címbranos. León. Tel.: 987 68 04 15.
- Artes Marata. Muebles y antigüedades. José Mª Pereda, 22. Torrelavega. Cantabria. Tel.: 617 75 06 32.
- Goma Laca. Muebles antiguos. Dr. Muñoz Hernández, 6. Granada. Tel.: 958 20 17 60.
- Nuria Ferrero. Restaura todo tipo de muebles y objetos. Escoplillo, 45. Daimiel. Cuidad Real. Tel.: 666 21 21 87.
 
Escuelas de restauración 
 
- Art3. Fernández de la Hoz, 60. Bajo A. Madrid. Tel.: 91 441 80 08.
- Centro Avalon. Narcisos, 9. Madrid. Tel.: 91 413 72 84.
- Escolta Era. Tordera, 5 y 7. Barcelona. Te.: 93 210 45 46.
- Escuela de Arte y Antigüedades. Conde de Aranda, 4. Madrid. Tel.: 91 577 67 13
- Escuela Trinel. Navaleno, 8. Madrid. Tel.: 91 383 19 16.
- Gaia. Centro de estudios de arte y restauración. Mar, 29-2ª. Valencia. Tel.: 96 392 14 12.
- Quattrocento. San Vicente Ferrer, 48. Madrid. Tel.: 91 523 25 90.
- Tot Antic. Mallorca, 290. Barcelona. Tel.: 93 459 27 01.
 
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