Curso de Interiorismo

en Portobellostreet.es

23/06/2014 01:15
El estilo
 
 
Para tener un sentido del estilo hay que tener un sentido de la idoneidad o de lo apropiado, la capacidad de sentir lo que es lo adecuado en una determinada situación (a no ser que esté tan seguro de si mismo como para poder prescindir de lo apropiado y desfilar todo lo convencional). Además, también comprende el entendimiento de toda clase de arreglos, de yuxtaposiciones, de colores y de proporciones que se han de agrupar, integrar y fundir. Asimismo es necesario tener una visión pragmática, más que esclaviza, de las tendencias de la moda. Es difícil ignorarlas, ya que siempre son atractivas, pero tratar de seguirlas ciegamente resultaría muy costoso y poco práctico, en especial debido a los constantes cambios con cada temporada.
 
Cultivar el sentido del estilo
 
 
Mucha gente consciente de no tener ningún sentido del estilo es capaz de reconocer el sentido natural del estilo de otras personas y su buen gusto instintivo, por muy amorfos que sean. Y sin embargo, aunque reconozcan que los demás están capacitados para combinar objetos y colores de un modo tan interesante, insisten en negar sus propias habilidades; ni siquiera son capaces de analizar la causa por la cual algunas combinaciones lucen más que otras.
 
A lo largo de los años he podido observar cómo mucha gente desarrollaba un sentido del estilo y un buen criterio para adquirir objetos decorativos e integrarlos en su hogar, así que puedo confirmar que la educación en este sentido es perfectamente factible. En muchas ocasiones, cuando contempla y analiza un objeto atractivo que le gusta y le conviene, el desarrollo de su propio sentido del estilo se realiza con rapidez.
 
Y después, cuando tenga confianza en su propio gusto y en su criterio y cuando haya adquirido los conocimientos necesarios para diferenciar los diversos estilos de muebles, se le abrirán todas las posibilidades decorativas.
 
Compromisos del estilo
 
Del mismo modo que no es necesario haber nacido con un determinado talento natural, tampoco es necesario disponer de fondos ilimitados para satisfacer cualquier capricho de decoración inferior. De hecho, cualquier pequeño detalle de un determinado estilo(como una cornisa gótica estarcida en un dormitorio o un frontón neoclásico encima de una estantería de libros). Puede resultar más atractivo y divertido que el decorado serio con todas las piezas apropiadas.
 
 
 
 
 
 
 
3.2 El factor de lo adecuado
 
 
 
Evidentemente, hay ciertos factores de sentido común que se han de considerar cualquier caso, antes de decidirse por un determinado estilo o por varios. Los factores como la ubicación, el clima, el entorno y a la arquitectura no pueden ignorarse.
 
Ubicación
 
Las casas de campo evidentemente resultan más funcionales cuando se decoran para una vida rural confortable. No obstante, incluso en este contexto hay varias distinciones, ya que los muebles, las superficies y los colores para una casa de campo se verían fuera de lugar si los aplicara en una casa más formal de estilo gregoriano o de la época de la regencia del príncipe de Gales (1811-1820). Y, de igual modo, aunque el ambiente confortable y espacioso de una casa de campo, cualquiera que sea su grado de formalidad, puede ser recomendable para la ciudad, el sofisticado estilo urbano en pleno campo se vería tan fuera de lugar como alguien que pasea por el campo con zapatos de tacón de aguja.
 
 
Los factores más importantes de las casas en la playa, de los chalets en la montaña y de las demás viviendas para las vacaciones son la comodidad y su fácil mantenimiento. Por lo tanto han de decorarse con muebles prácticos y confortables , con un suelo y una tapicería que se puedan limpiar fácilmente de toda clase de arena, lodo o nieve.
 
 
Clima y tiempo
 
Para seguir la misma fórmula, las casas en regiones de clima cálido evidentemente tienen que ser frescas (pero también se ha de considerar la posibilidad de días más frescos y húmedos), mientras que aquellas que se encuentran en zonas de clima húmedo, fresco y gris, naturalmente tienen que ser cálidas y acogedoras( y nuevamente, también se ha de tener en cuenta la rara posibilidad de días calurosos). Mucho se puede comentar sobre los hábitos de nuestros antepasados en las diferentes estaciones del año. Durante el verano la tapicería para el invierno de sillones y sofás se cubría con sábanas de lino o de algodón, y muchas veces se retiraban los pesados cortinajes y se guardaban las alfombras. Hoy en día, la carencia de una ayuda doméstica y la falta de espacio para el almacenamiento son las razones principales para no seguir haciéndolo. Sin embargo, si tuviera la oportunidad de realizar estos cambios estacionales, ciertamente valdría la pena hacerlos
 
Arquitectura y emplazamiento
 
 
Aparte de lo que impongan la ubicación y el clima, generalmente hay un factor destacable en cada una de las habitaciones de un nuevo hogar que ayuda a determinar su decorado. Puede ser la vista al exterior, o la carencia de la misma; puede ser un espacio bastante oscuro o con demasiada luz, o muy amplio o demasiado pequeño, con un techo notablemente alto o bajo. Las habitaciones pueden tener vigas expuestas en el techo o presentar una elaborada decoración con cornisas y molduras; pueden tener paneles o ventanas de vidrio emplomado. Tal vez haya paredes de cristal, o se tenga una vista sobre un grueso muro de ladrillo.
 
Un sentido del lugar
 
Si la casa o el edificio de apartamentos ya tiene su propio estilo arquitectónico, o si está muy adaptado a su entorno o al clima ( como una casa al lado del mar u otro lugar muy espectacular, o incluso en el trópico), lo mejor es mostrarse sensible a estos factores. Incluso si no le gusta mucho el tipo de construcción, ni el paisaje, ni el lugar, ni el clima, estos factores son tan importantes y fundamentales para la casa que no se deben ignorar.
No obstante, esto no significa que una casa de época se tenga que decorar precisamente en ese estilo, o que una casita a lado del mar tenga que adornarse con redes de pesca o con otros artefactos marítimos. Estos intentos de mostrar la autenticidad pueden parecer rebuscados o de museo, o tal vez incluso banales, sin importar el conocimiento, el dinero o el afán que se dediquen a ellos. Sencillamente significa que es aconsejable identificarse con su entorno lo mejor que pueda, prestar atención a sus proporciones, a sus detalles arquitectónicos y a la región sin dejarse intimidar por estos parámetros. Durante mi viaje por Europa he podido admirar casas muy antiguas espléndidamente decoradas con muebles y pinturas predominantemente modernos y con sólo una o dos piezas antiguas; también he podido admirar habitaciones modernas tanto en Estados Unidos como en las Antípodas, con muebles y alfombras antiguos en combinación con piezas contemporáneas.
Asimismo, he podido admirar varias casas de los siglos XVIII, XIX. Y de principios del XX con muchos detalles originales, que con los colores bien elegidos y con la combinación de muebles y accesorios son encantadoras.
 
El factor común de todas estas casas es que el armazón, cualquiera que sea, siempre se había conservado intacto, y que el decorado siempre se había adaptado a las proporciones de los interiores. Nunca se ha hecho un intento esclavizante de imitar los detalles del pasado. Todas las habitaciones son una síntesis del pasado y del presente, con excelentes detalles tanto para la comodidad como para el equilibrio.
 
 
 
La habitación sin características
 
Aunque la conveniencia, salpicada con imaginación, es especialmente importante cuando un edificio o una habitación tiene ciertos detalles arquitectónicos, o cuando el clima o el entorno dictaminan el tipo de decoración, también hay muchos ejemplos de casas donde ocurre exactamente lo contrario. Esto es parcialmente aplicable a los múltiples edificios urbanos y suburbanos construidos entre 1940 y 1980, que son casi universalmente anónimos y que carecen de características arquitectónicas. En estas viviendas se puede imponer cualquier estilo, en función de sus inelinaciones, sus propiedades y su bolsillo, sin sentirse culpable por la falta de sensibilidad estética.
 
 
Uno de los trabajos más interesantes que he podido realizar como diseñadora ha sido la transformación siguiendo las indicaciones de los propietarios que habían viajado por todo el mundo, de dos apartamentos contiguos de Manhattan, en algo parecido a una villa tunecina de lijo, con todos sus detalles de arcos y fuentes. El último detalle consistió en enmascarar la vista sobre Broadway, seis pisos más abajo, extendiendo una gran tela de chifón azul detrás de los postigos agujereados en la mayoría de las ventanas, de modo que uno podía creer que estaba contemplando un cálido cielo azul. Este proyecto no costó nada de lo que uno podría suponer que costaría semejante transformación, y los apartamentos acabados ni parecían estar fuera de lugar ni era kitsch, simplemente se habían convertido en el oasis de paz que los propietarios habían especificado.
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